El edificio
Los volcanes son estructuras geológicas imponentes y espectaculares. Los volcanes de Olot descansan, escondidos por el transcurso de la historia geológica, bajo una densa capa de vegetación y las actividades que el hombre ha desplegado sobre la comarca de la Garrotxa.
El edificio del Espai Cràter no pretende simular ser un pequeño volcán por sí mismo, sino más bien una sala soterrada instalada dentro de un volcán: el antiguo y poco conocido volcán del Puig del Roser que yace bajo la plaza de toros de Olot. El acceso a esta sala, sorprendente e impactante, se producirá a través de una brecha en el suelo, una grieta que traza un recorrido que se adentra en el suelo e invita a una visita al interior del volcán. Los visitantes pueden entrar por esta grieta dentro del volcán para descubrir un relato sorprendente lleno de emociones sobrecogedoras. El edificio del Espai Cràter es un recorrido: los usuarios serán los visitantes y el volcán, el anfitrión.
En su interior se propone una articulación de volúmenes que responden a la voluntad de crear espacios diferenciados para los usuarios. En la sala museográfica se podrá ver y tocar la greda; las entrañas del volcán. El auditorio, el aula y los espacios del altillo se podrán conectar y desconectar entre sí a través del vestíbulo, en función del recorrido y la actividad de los visitantes.
En la superficie exterior solo se percibe una arboleda con hayas y robles. El bombeo del terreno hará sospechar que una fuerza telúrica ha deformado el relieve natural formando una colina; como si fuera una burbuja de aire que el volcán ha capturado. El edificio respira geología y vulcanismo por los materiales con los que está construido y por la geometría de los muros y paramentos. Algunos muros y las claraboyas se inclinan como si un brusco movimiento del terreno los hubiera desplazado del lugar donde fueron construidos. El edificio constituye una parte de la experiencia de los visitantes, que debe ser relajada y enriquecedora, pero también impresionante e inquietante.
En el parque, al oscurecer, unas farolas arbóreas iluminarán el bosque con luces dispuestas como luciérnagas que bailan en la oscuridad. La luz del interior del centro, que ilumina la grieta roja, nos presentará el acceso al Espai Cràter. Las claraboyas, que de día traen luz al interior, por la noche invierten su función y se convierten en luces que iluminan el bosque.
El edificio es una grieta de color y de luz en un bosque; un camino de fuego.
Toni Casamor y Anna Codina
VOL Studio Architecture